En Galicia conocen bien cómo pega el frío invernal, sobre todo cuando el Atlántico se cuela entre las rías y amenaza al termómetro con la humedad. Puede que por eso el caldo gallego sea uno de los platos que más éxito tiene entre los viajeros, especialmente entre los que se atreven con el clima gallego propio del invierno. Pero ¿quién puede culparlos?
Galicia se torna más verde si cabe pasado el otoño, y eso es un reclamo difícil de ignorar. Por suerte, el caldo gallego sube la temperatura que da gusto. Además, está riquísimo, como no podía ser de otra forma, ya que hablamos de un potaje a base de patatas, legumbres, verduras y, si hay suerte, un poco de carne de cerdo. Solo con pensar en un bol de caldo gallego, entras en calor.
Pero que no te pueda el amor por la sopa, más que nada porque la gastronomía gallega es extensa. Hay otras fórmulas culinarias para calentarse en Galicia, y son igual de magistrales. El caldeiro es una de ellas, un plato a base de patatas cocidas y carne de ternera que hay que probar sí o sí en una escapada de invierno por Ourense.
A los platos contundentes de carne, hay que sumarle los guisos de pescado, ¡que estamos en Galicia! La herencia marinera queda patente en la ‘caldeirada de merluza’, donde tampoco faltan las patatas, claro. ¡Ah!, y una pizca de pimentón del bueno para darle sabor. En Galicia no necesitan muchos ingredientes para sorprender al paladar. Así de simple, y así de rico.
Esta filosofía minimalista del arte culinario no es impedimento para que en tierras gallegas se cocinen platos algo más cargados de ingredientes. Basta con echar un vistazo al primo hermano del caldo gallego, el cocido gallego, para comprobarlo. Con el cerdo como invitado de excepción, este manjar lleva de todo: chorizo, longaniza, rabo, lacón e incluso cachucha (la propia cabeza del cochino).
Para que la carne de cerdo no se sienta sola en la sopa, al cocido gallego se le añaden legumbres a placer, beza y, cómo no, patatas… muchas patatas. No cuesta imaginar lo rápido que se espanta el frío en un hotel rural del interior de Galicia. Es lo que tiene meterse entre pecho y espalda esta maravilla de la gastronomía gallega junto a una chimenea, ¡y con un licor para rematar el almuerzo!
Crema de orujo, licor de hierbas, licor café, orujo blanco… Digestivos tienes para elegir; más o menos dulces, y más o menos fuertes. Eso sí, todos son excelentes para olvidarse del abrigo en pleno mes de enero, por mucho frío que haga en Galicia. El calorcito está asegurado, sobre todo si te atreves con los vinos DO de la región o con una merienda a base de churros bañados en chocolate, como saben hacer en A Coruña.