De Juan Pedernal al Cascamorras

El centro de esta tradición es la figura del Cascamorras, interpretada cada año por un accitano afortunado que representa a Juan Pedernal, un obrero que trabajaba en la construcción de la Iglesia de La Merced a finales del siglo XV. La leyenda cuenta que Pedernal se topó con la imagen de una virgen que le pidió piedad.

No es de extrañar, ya que Pedernal estaba picando cuando se encontró la talla, y esta debió gritarle 'ten piedad' cuando vio venir el pico. Obviando los fenómenos auditivos, la cuestión es que la plantilla se enfrentó para quedarse la imagen, dando lugar a la disputa que todavía hoy se sigue repitiendo (aunque ahora de buen rollo, claro).

La pelea entre Baza y Guadix

En algún momento de la historia, todo se complicó y la talla de la Señora de la Piedad terminó en un templo de la vecina Baza, obligando a la justicia a tomar parte en el conflicto. Eso sí, antes los jueces eran algo más creativos, y decidieron poner a prueba al precursor del Cascamorras con una tarea, cuando menos, llamativa.

Pedernal solo tenía que llegar limpio al templo que albergaba la imagen. Si lo conseguía, se llevaba de vuelta la talla a Guadix. Para este menester, el obrero formó una comisión que, dicen, fue el germen de la Hermandad de la Virgen de la Piedad de Guadix. Al parecer, la comisión no fue de gran ayuda, y los bastetanos se salieron con la suya.

¿Cómo lo consiguieron? Con mucha astucia. Se llenaron de pintura y fueron al encuentro de la comitiva liderada por Pedernal, poniéndolos perdidos a base de abrazos mientras cantaban 'no se la lleva, no se la lleva', una frase que siguen repitiendo los bastetanos en pleno siglo XXI.

El bufón y el Cascamorras

Cuentan que Pedernal volvió a Guadix con las manos vacías, para disgusto de los accitanos, que lo volvieron a bañar en pintura. La comitiva parece que sufrió la misma suerte, incluyendo un bufón que iba con ellos y que, en vista de la indumentaria del Cascamorras, podría ser el origen de la fiesta.

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