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Oporto, mucho más que la ciudad del vino

Vistas, agua, vistas, arte...
22 de noviembre de 20183 min de lectura
Casas típicas de Oporto

¡Oporto! Te vienen a la mente dos palabras, ¿verdad? Seguro que pensaste en 'vino' y 'tranvía'. Es normal, pero tienes que saber que en la localidad portuense hay algo más que bodegas y raíles. Para empezar, está el Duero, que da mucho juego. ¿Sabías que puedes subirte a un taxi-barco y navegar su desembocadura? Las vistas de la ciudad no tienen precio, con su belleza decadente y su colorido singular.

Duero, Oporto

Aunque, para vistas, las del meteorito. Que no cunda el pánico, solo se trata de un mote, el de la Casa de la Música. No dejes de revisar la programación de este mítico auditorio porque te puedes llevar alguna grata sorpresa. Lo mismo se puede decir del Coliseo de Oporto, sobre todo si te va la música clásica. Y es que este auditorio es un referente operístico en el país luso.

Casa de la Música, Oporto

¿Un poco de shopping? En Oporto, ir de compras es un placer, y un lujo. Estamos hablando de una ciudad que supera por poco los 200 000 habitantes, pero que alberga tiendas de todo tipo. No podía ser de otra forma, dado el espíritu de urbe cosmopolita del que hace gala la localidad portuense. Pero lo mejor es que tienes a tu alcance negocios históricos donde comprar es una gozada.

Esa esencia añeja de las tiendecitas portuenses la encontrarás también en las calles del casco antiguo, con esas fachadas tan llamativas recubiertas de azulejos de colores. La industria del azulejo ha sido siempre un pilar de la cultura y la economía de Oporto, a la altura de su producción vitivinícola, así que no te extrañes si te encuentras iglesias enteras recubiertas de este noble producto cerámico.

Encontrarás templos blanquiazules donde el azulejo se convierte en un auténtico tesoro patrimonial. La joya de la corona, sin duda, es la capilla de Santa Catalina, aunque la iglesia de San Ildefonso no le va a la zaga. Si te fijas bien, en sus adoquines encontrarás historias que hablan de tradiciones, batallas, costumbres y alegorías. Sí, además de una alegría para la vista, estas fachadas son una ventana al pasado.

Mercado de Bolhao, Oporto
Capilla de las almas, Oporto
Azulejos, Capilla de las almas

Sin duda, la vista es uno de los sentidos que más vas a usar en Oporto, y no hablamos solo de azulejos. También tienes panorámicas para todos los gustos y, claro está, miradores: el de la catedral, el del puente de Don Luis I, el de la Torre de los Clérigos, el de los jardines del Palacio de Cristal... Ya ves, capturar el aire nostálgico del corazón portuense con un fado de fondo es fácil.

Puente Don Luis I
Torre de los Clérigos
Jardines del Palacio de Cristal

¿Y qué pasa con el sentido del gusto? No dejes de lado tu paladar, ¡estás en Oporto! Tienes lo mejor de la gastronomía lusa a un precio más que asequible. Visualízalo: una mesa ribereña frente al Duero con una tapa de embutido, una copa de oporto, un plato de bacalao a la brasa de primero y, de postre, bolo de bolachas. ¡Vaya menú!

Si no tienes tiempo para sentarte (ya se sabe que Oporto se conoce andando), no pasa nada. Cuando se trata de gastronomía portuense, hasta la comida rápida es de calidad. Solo tienes que pedir una francesinha o un cachorro. Sándwich o perrito caliente, tú eliges… aunque, si vas a quemar calorías, la francesinha es una auténtica bomba de queso, salchicha, carne asada, jamón cocido, huevo y patatas fritas.

En Oporto hay mucho más que vino, ¿no te parece?

Francesinha