No puedes pasar por Extremadura sin pisar Badajoz, ni pisar Badajoz sin visitar su Alcazaba, una de las alcazabas mejor conservadas de España y una de las más grandes del mundo. Solo por eso merece la pena que te plantes delante de su puerta. Bueno, y para conocer personalmente el modelo de la Torre del Oro sevillana.
Un patrimonio milenario
Extremadura es de esas regiones que te hacen viajar en el tiempo. Su patrimonio histórico de herencia romana es enorme, destacando el arco de Cáparra, un pórtico cuadrifronte en plena vía de la Plata, y el teatro de Medellín, oculto durante 2000 años bajo las tierras que vieron nacer al mismísimo Hernán Cortés. ¡Déjate enamorar por esta tierra de conquistadores!
Trujillo está considerada por muchos como la ciudad más bonita de Extremadura, e incluso de España. Más allá de los gustos, lo cierto es que Trujillo bien merece una visita, aunque sea para contemplar la cuna de otro conocido conquistador español: Francisco Pizarro, cuya estatua gobierna el corazón de una ciudad con huellas romanas y andalusíes que hunde sus raíces en la prehistoria extremeña.
Mérida y la herencia romana
Extremadura es romana por los cuatro costados, y eso se nota en su capital. No en vano, estamos hablando de una ciudad que alberga uno de los conjuntos arqueológicos romanos más grandes y mejor conservados de todo el país, incluyendo el teatro y el puente de Mérida. Si quieres sumergirte en la época imperial, tienes que visitar Augusta Emérita.
En plena naturaleza
Además de un patrimonio milenario, en Extremadura puedes disfrutar de un entorno natural que quita el hipo. Cáceresse lleva la palma en este sentido, con zonas espectaculares como el paraje de Los Barruecos y sus peculiares formaciones rocosas (las Peñas del Tesoro) o la reserva de Las Hurdes, donde el Meandro de Melero o la Garganta de los Infiernos amortizan cualquier cámara de móvil.