Porque pasear por Madrid es mágico, porque Madrid viste cualquier escenario; amor, amistad, familia… Sus calles, sus edificios, sus fachadas, lo antiguo, lo moderno… Madrid viste cualquier historia, y no te puedes perder vivirla como te mereces.
Lugares que no te puedes perder
1. El Retiro
Como si de un cuento se tratase, si vas a Madrid pasear sobre una barquita por el lago de El Retiro es una parada obligatoria. Después recorre el parque y respira toda su inmensidad. Y, por supuesto, da vueltas y vueltas dentro del maravilloso Palacio de Cristal, lo hemos probado, queda un vídeo a cámara lenta genial.
2. La Cibeles
Una historia de Instagram con la mítica canción de Ana Belén y Víctor Manuel frente a la Puerta de Alcalá está muy visto, repetitivo. Pero, ¿no celebran los madridistas todos sus logros una y otra vez sobre la señora Cibeles? ¡Pues tú puedes subir tu freak-historia!
2. Plaza del Sol
Hay muchos puntos clave por donde pasar en muy poco tiempo. Sitios que están cerca y que tienen ese encanto castizo del que te hablamos. Subir al mirador del Ayuntamiento te llevará unos diez minutos (hay ascensor para el primer tramo) y desde él podrás disfrutar de unas vistas preciosas del centro. Después, el aire francés del Edificio Metrópolis, la tradición anual de la Plaza del Sol y la historia madrileña del Oso y el Madroño, podrán ser las protagonistas de tus visita.
Comida más típica
Madrid te puede ofrecer tanto un brunch de lo más chic como un bocadillo de calamares lleno de sabor a chotis. Solo esta ciudad podía hacer de un bocadillo con tanto poder, uno de sus emblemas gastronómicos más significativos. Sin menospreciar a las típicas porras con chocolate. Si buscas ideas de dónde comer en Madrid accede al siguiente artículo.
Planes diferentes
Personalidad, planes infinitos y momentos únicos. Combinaciones exclusivas que en muy pocas ciudades serían posibles, por no decir en ninguna. Una tarde de museos, una noche de teatros y una madrugada de copas (sí, todo en el mismo día) es posible entre Malasaña y la Latina. Un día entre puestos de mercado infinitos y pendientes hasta arriba de todo, para terminar a los pies del mismísimo Egipto, es el resultado de pasar la mañana de domingo en El Rastro y el atardecer en el Templo de Debod, donde la noche cobra sentido. Y los Mercados… ¡ay los Mercados!
Una ciudad encantada, neurálgica entera, capital, merengona, colchonera, ¡Malasaña como adjetivo! y su monte como corona.
Madrid. Lo mucho se vuelve poco, solo con desear otro poco más.