La Mancha tiene tres reclamos universales: el queso, los paisajes castellanos y la figura de Alonso Quijano. Para disfrutar de estos iconos manchegos, lo mejor es reservar tres días y dos noches para recorrer la Ruta del Quijote, un itinerario que cuenta con reconocimiento internacional y que te sumergirá en el maravilloso universo de Cervantes.
Lugares que ver en una ruta de Toledo a Esquivias
Partiendo de Toledo
Ya sea en autobús o en coche, no hay mejor forma de comenzar la ruta que partiendo de la capital manchega. Eso sí, tienes que pasar por una de las poblaciones imprescindibles en las aventuras quijotescas: El Toboso, cuna del amor del Quijote. No puede faltar tampoco durante la primera jornada un alto en el camino para probar lo mejor de la cocina manchega en San Clemente. Si el reloj lo permite, la parada en las Lagunas de Ruidera es obligatoria, uno de los conjuntos lagunares más grandes de la península.
Amanecer en Villanueva de los Infantes
Para rematar el primer día de ruta, el plan perfecto incluye pasar la noche en una casa del siglo XVI, emulando los alojamientos de tiempos de Cervantes. Amanecer en Villanueva de los Infantes es una buena opción, calentando motores con un desayuno contundente. El resto de la jornada la puedes pasar entre antiguas fortalezas, viñedos, olivares, dehesas, bosques, termas, valles y montes, pasando por lugares clave en el itinerario, como Manzanares, Valdepeñas, Fuencaliente, Sierra de Alcaraz, Calatrava o Campos de Montiel.
Molinos y gigantes
Después de dormir en Alcázar de San Juan, es hora de descubrir Campo de Criptana, escenario de la famosa batalla con los molinos que el Quijote confundió con gigantes. Pero la jornada no acaba ahí, puedes despedir tu escapada manchega a lo grande, comiendo en la cuna de Cervantes (Esquivias) y aprovechando la tarde a la orilla del Jabalón o recorriendo los parajes del Parque Arqueológico.