Oporto, el destino ideal para poner el broche de oro a la semana con una escapada que detenga las manecillas del reloj. Ciertamente, el tiempo se detiene en tierras portuenses y todo tiene un aire añejo, desde las fachadas coloridas del centro histórico hasta los típicos tranvías locales, pasando por los negocios de repostería artesanal y las emblemáticas bodegas que pueblan la ciudad.
Degustar una francesinha en el centro
Para una primera toma de contacto, recorre la calle de Santa Catarina y pasa por la Capilla de las Almas, con esos azulejos azules que hipnotizan. Además de templos con azulejos, en la zona encontrarás todo tipo de tiendas y locales tradicionales, así como restaurantes donde te servirán el plato estrella de la ciudad: la francesinha. Este enorme emparedado relleno de carne, cubierto con queso gratinado y bañado en salsa picante no te dejará indiferente.
Comer en el mercado del Bolhao
Después de abrir el apetito con una francesinha por la zona de Santa Catarina, el plan más recomendable es pasarse por el Bolhao. Solo por contemplar su estética neoclásica, merece la pena que te sumerjas en este monumental mercado de dos plantas. Está repleto de negocios donde probar todo tipo de delicias gastronómicas locales, así que aprovecha la ocasión y pide el menú típico: bacalao, oporto y unos pastelillos de nata.
Catar un vino con D.O. Oporto
Al otro lado del Duero, te espera Vila Nova de Gaia. Recorrer su ribera es obligatorio si quieres presumir de escapada a Oporto. Las vistas que ofrece al atardecer son de película, con los rabelos en primer plano y las pintorescas fachadas portuenses de fondo. Pero el principal atractivo de la zona es su ruta de bodegas dedicadas al vino con D.O. Oporto (Croft, Graham’s, Sandeman, Ferreira...) que organizan visitas con cata incluida.
Cruzar el puente Don Luis I
Después de saciar el hambre y tomar una copita en Vila Nova de Gaia, es momento de volver al centro de Oporto. Aprovecha la puesta de sol para cruzar el puente Luis I, preferiblemente por el segundo nivel de este emblema portuense. A mitad de camino entre ambas orillas, el sol se despide de la ciudad sumergiéndose en el Duero e iluminando la Ribeira con un tono pastel ideal para capturar una de las imágenes más bellas de la ciudad.
Cenar en la Ribeira
Al otro lado del río, la ribera portuense recibe la noche. Las terrazas de los bares y restaurantes del barrio se llenan de vida, aprovechando los últimos rayos de luz del día para tomar alguna tapa antes de la cena. La brisa atlántica, el rumor del gentío, un acordeón sonando en la lejanía, las farolas encendiéndose al otro lado del río, en Vila Nova de Gaia... ¿No es el escenario ideal para una cena romántica?
Viajar en tranvía
Aunque el ambiente mágico de Oporto invita a pasear tranquilamente por sus infinitas callejuelas empedradas, en algún momento tendrás que subirte a uno de los tranvías locales. De hecho, el tranvía será tu mejor aliado para aprovechar al máximo la visita. Entre otras cosas, te evitará alguna que otra cuesta, además de llevarte rápidamente a zonas que no pueden faltar en tu lista 'must see', como São Pedro da Afurada.
Subir a un barco-taxi
En São Pedro da Afurada te espera una experiencia gastronómica con sabor a mar y una vuelta por la desembocadura del Duero que dejará huella en tu muro de Facebook. En este pequeño barrio pesquero, no solo degustarás un exquisito pescado a la brasa frente al Atlántico, también podrás compartir con tus seres queridos una perspectiva diferente de Oporto subiéndote a un taxi marítimo por apenas un par de euros.